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Este dilema no tiene una respuesta sencilla, ya que entran en juego muchos factores. Por ejemplo, si a uno de los dos no le cae nada bien la familia del otro o quién se sentirá más ofendido si no van a su casa.
Sin embargo, hay acuerdos que pueden funcionar muy bien para todos y aquí van algunos ejemplos:
Navidad con unos, Año Nuevo con los otros. Esta es la que más aplican las parejas porque es la más factible. Es decir, si son dos fiestas y dos familias, ¡pues una y una! Y para quedar aún mejor, pueden ir al recalentado con familia con quien no pasaron la fiesta, ¡asunto resuelto!
La visita de las 2,3 o 4 casas. Dividan la noche en etapas: cena, brindis, intercambio de regalos, baile, convivencia after party, etc., y elijan qué harán con cada familia. Si son hijos de padres divorciados les tocará ir de casa en casa para ''darle el abrazo'' a todos y que nadie se sienta excluido. Es la opción más agotadora, pero así no extrañarán a nadie en estas fechas.
Invitar a todos a su casa. Para evitar discusiones pueden ser anfitriones de las fiestas e invitar a ambas familias. Por supuesto, esto sólo es opción cuando se trata de familias pequeñas en las que todos se llevan bien, porque a veces juntar a las familias no es la mejor idea.
Pasarla ustedes solos. Si no logran decidir con quién festejar pueden quedarse solos en casa y disfrutar como pareja. Esto los libera de estrés, pleitos y culpas, y también es la oportunidad perfecta para fortalecer su relación y celebrar como se les antoje.
Lo más importante es llegar a un acuerdo que los deje satisfechos a ambos y no imponerle su voluntad al otro. Lo mejor es empezar el siguiente año libres de rencores, que obvio surgirán la próxima temporada de fiestas cuando tengan de nuevo este dilema.
Vía: veintitantos.