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Antes debes de saber que si lo haces de manera gradual tu cuerpo no tardará mucho en acostumbrarse, y será una experiencia que disfrutarás más días a la semana.
Aumento de energía
Al tomar una ducha con agua fría nos sentimos más rejuvenecidos, estamos más activos durante el día y esa sensación dura casi todo el día. Esto sucede porque el cuerpo inmediatamente comienza a llevar más sangre a los órganos y tejidos internos para tener un mejor flujo sanguíneo.
Mejor aspecto de tu piel
La ducha caliente tiende a resecar nuestra piel, sin embargo bañarte con agua fría la mantendrá con su brillo natural gracias a que la grasa que se encuentra en nuestra piel no se remueve del todo.
Dile adiós a los resfriados
Increíblemente nuestro cuerpo reacciona estimulando su metabolismo y por consecuencia el sistema inmunológico. De esta manera es más fácil combatir infecciones causadas por un virus.
Ayuda a reducir esos kilos de más
Cuando tu cuerpo se somete a temperaturas frías comienza a producir más energía para aumentar la energía, proceso que favorece la pérdida de grasa.
Previene la depresión
El baño frío activa el sistema nervioso simpático y aumenta el nivel de noradrenalina en el cerebro, neurotransmisor relacionado con la motivación y el estado de alerta, explica un estudio de la Universidad de Virginia, Estados Unidos.
Estimula la respiración y el buen funcionamiento de tu cuerpo
Esta acción ayuda a abrir los pulmones, oxigenar más tu cuerpo y a sentirte con más energía.
Así que ya lo sabes, dale una oportunidad a las duchas frías por lo menos 3 veces a la semana y notarás la diferencia.
Vía: Veintitantos.