A todas se nos llegan a antojar papitas, galletas, chocolates y demás snacks ricos en azúcares, harinas y grasas de vez en cuando. Es normal sentir antojos por este tipo de alimentos cuando tenemos nuestro periodo, estamos embarazadas o nos estresamos. Es la manera que tiene tu cuerpo de informarte que le hace falta energía inmediata.
Además, los azúcares ─especialmente cuando van combinados con grasas─ provocan en el cerebro la liberación de dopamina: un neurotransmisor que genera una respuesta de placer. La dopamina también actúa sobre el centro de “recompensa” del cerebro, haciéndote sentir que lo que te comiste fue un premio.
Cuando tienes estos antojos con frecuencia, a pesar de haber comido bien, y sucumbes cada vez, comiendo más de lo que te habías propuesto (hasta “llenarte”) y sintiendo culpa e irritabilidad al terminar, ya se empieza a tratar de un problema de salud mental. Al igual que con cualquier otra adicción, las causas pueden ser varias: desbalances hormonales, efectos secundarios de algunos medicamentos, el entorno social y familiar, genética, anormalidades en estructuras en el cerebro, eventos traumáticos, etc.
La adicción a la comida en ocasiones viene asociada con trastornos de conducta alimentaria ─anorexia, bulimia, ejercitarse en exceso, tomar pastillas─, pues quienes la padecen están conscientes del daño que les hace el comer ese tipo de alimentos, pero no pueden controlarse y buscan la salida “fácil” para contrarrestar cuando se han excedido con la comida.
¿Qué hacer cuando una es adicta a la comida?
El primer paso es aceptarlo; después vienen los 11 pasos restantes (sí, como en Alcohólicos Anónimos). Es importante que sepas que ir únicamente con el nutriólogo no será suficiente. Vas a necesitar acudir también con un psicólogo, quien te ayudará a encontrar las causas de tu adicción para trabajar sobre ellas.
Vía: InStyle.