![]() |
La gratitud como práctica diaria
Investigadores de la Universidad de Indiana estudiaron a 43 personas que estaban en tratamiento por problemas de ansiedad y depresión. A 22 de ellas se les pidió que tuvieran, en determinadas sesiones, acciones de gratitud. En las primeras tres sesiones, este grupo dedicó 20 minutos a escribir una carta en la que expresaron su gratitud al destinatario (la decisión de enviarlas dependía de ellos). Los otros participantes actuaron como un grupo de control, por lo que simplemente asistieron a su tratamiento como de costumbre sin realizar la tarea de gratitud.
Tres meses después de finalizado el trabajo, todos los participantes completaron una tarea de agradecimiento con un escáner cerebral. A todos se les dio una suma de dinero y se les dijo que se lo habían dado benefactores imaginarios (los nombres y las fotos aparecieron en la pantalla para aumentar el realismo de la tarea).
Los investigadores les dijeron a los participantes que cada benefactor había dicho que, si deseaban expresar su gratitud por el dinero recibido, podrían entregar parte o la totalidad de la donación a un tercero (una vez más identificado por foto y nombre) o a una caridad específica.
Los participantes de la investigación sabían que se trataba de un ejercicio, pero les dijeron que una de las transacciones, elegidas más tarde al azar, ocurriría de verdad. Es decir, recibirían en realidad el monto en efectivo que les ofrecía uno de los benefactores, menos la cantidad que habían elegido pasar a un tercero (y ese dinero que optaron donar realmente iría a la caridad).
Los investigadores descubrieron que, en promedio, cuanto más dinero regalaba un participante —y cuanto más fuertes eran los sentimientos de gratitud que sentían— más actividad tenían en diversas áreas del cerebro, como en las regiones frontal, parietal y occipital. Curiosamente, estos patrones de actividad neuronal eran algo distintos a los que aparecían en las personas observadas con un escáner cerebral al hacer tareas relacionadas a la empatía, lo que reafirma la idea de que la gratitud es una emoción única.
Los participantes que completaron la tarea de gratitud meses antes informaron sentirse más agradecidos dos semanas después. En los meses siguientes, el escáner cerebral mostró que seguían activadas las partes del cerebro relacionadas a la gratitud. Los investigadores describieron estos efectos neuronales como «profundos», «duraderos» y «particularmente notables».
Este estudio sugiere que mientras más practiquemos la gratitud, más se adaptará el cerebro a esa mentalidad. Incluso, los investigadores comentan que podríamos pensar que nuestro cerebro tiene una especie de «músculo» de gratitud que puede ser ejercitado y fortalecido. Así que cuanto más agradecido seas cada día, más espontáneo será tu sentimiento de gratitud en el futuro.
Por: NOELIA FARIAS.
Vía: iMUJER.