1. Atractivo
Bien dicen que de la vista nace el amor, así que, obvio, es muy importante que te guste mucho físicamente y que te atraiga sexualmente, pero no sólo eso; también debe de existir un magnetismo, una química especial que te impulsa hacia esa persona. Así, aunque el atractivo físico disminuya con el paso del tiempo, ese 'no se qué, que qué se yo' que hizo al otro tan especial ante tus ojos, permanecerá para mantenerlos unidos.
2. Apreciación
¿Cuánto valoras al otro? ¿Realmente aprecias quién y cómo es? Sabemos que nadie es perfecto, pero tristemente varios estudios han mostrado que los atributos de una persona (belleza, inteligencia, sentido del humor) son muchas veces mejor evaluados por el resto de la gente que por su pareja. Una relación en la que uno de los dos siente que el otro es inferior, o que piensa que puede existir alguien mejor, está destinada al fracaso. La persona indicada es con la que te sientes en igualdad de condiciones y con la que no tienes ojos para nadie más. Para saber cuánto valoras a tu pareja debes poner en una balanza sus defectos y virtudes, lo que te gusta y lo que no, y si lo positivo tiene más peso, estás en el camino correcto.
3. Adecuación
Muchas veces nos encontramos con una persona que parece que tiene todo lo que buscamos: inteligencia, simpatía, estabilidad económica, creatividad, etc., pero aun así puede que no sea el adecuado, quizá tengan una educación diferente o que no compartan la misma ideología. El amor nace de compartir experiencias y del compromiso de impulsarse uno al otro para crecer. Una relación sana siempre es recíproca y debe generar más momentos buenos que malos. La adecuación también tiene que ver con que los dos puedan adaptarse fácilmente a las necesidades y a los gustos del otro o puedan hacer acuerdos al respecto.
Estas tres evaluaciones son interactivas: una persona a la que valoramos mucho se vuelve más atractiva, y cuando alguien nos gusta tanto es fácil adecuarse. Por el contrario, con una persona que sea un encanto, llena de cualidades, pero que no nos gusta tanto, olvídalo. El amor no es cuestión de voluntad, si no de la mezcla exacta de razones y emociones.
Por: Claudia Llaca
Vía: Elle.