El secreto se encuentra en un compuesto químico característico de este alimento: la capsaicina. Esta sustancia es la causante de su peculiar sabor picante. A pesar de la irritación que provoca, la capsaicina resulta ser muy útil para prevenir la obesidad, la hipercolesterolemia (incrementando el metabolismo de los lípidos), la diabetes tipo 2, la hipertensión y la arteroesclerosis.
Múltiples beneficios
La capsaicina estimula los receptores cerebrales que controlan la temperatura del cuerpo. Este incremento lleva al cuerpo a consumir más energía obligándole a utilizar, si fuera necesario, las reservas del organismo almacenadas en la grasa que se acumula en los tejidos adiposos. Además de inhibir la proliferación de células grasas inmaduras, o pre-adipocitos, la capsaicina estimula su muerte celular programada (apoptosis).
Ya sea el jalapeño, el chile habanero o el aji dulce amarillo, lo cierto es que el mundo científico ha comenzado a desarrollar un particular interés por la especie ‘capsicum’ que se encuentra dentro de la familia de las solanáceas. Hace unos años un trabajo elaborado en China confirmaba los efectos saludables de la guindilla frente a una una serie de enfermedades entre las que destacaba el cáncer. Según los autores del trabajo de la Universidad de Vermont, curiosamente el mayor número de investigaciones sobre este alimento provienen de Asia, siendo un producto no demasiado estudiado en el mundo occidental.
Las guindillas y otras especias han sido utilizadas durante mucho tiempo como colorantes naturales, saborizantes, conservantes y componentes con fines medicinales. En los últimos tiempo se ha empezado a incluir hasta en el chocolate, una moda que, sin embargo, proviene de hace siglos. A pesar de que el estudio reconoce que el mecanismo por el que las guindillas consiguen estos resultados debe ser investigado en profundidad, los autores apuntan directamente a la capsaicina, sin dejar de lado otros nutrientes muy estimados como las vitaminas A, B y C.
Se admite también en el ‘paper’ que habría que estudiar si los efectos no solo provienen de la especia sino de la dieta a la que pertenece este alimento o de la combinación de la guindilla con otros productos a los que normalmente acompaña. No se encuentran tampoco diferencias por lo que respecta a las guindillas frescas y a las deshidratadas.
Según los investigadores: “Estudios posteriores deberán profundizar en el análisis de otras especies y subtipos. Dichas evidencias pueden llevar a nuevos descubrimientos sobre las relaciones entre dieta y salud, elaboración de recomendaciones nutricionales y desarrollo de nuevas terapias".
Vía: El Confidencial.