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Para entender este proceso, debes saber que nuestra piel tiene 2 componentes esenciales: el colágeno y la elastina, los cuales mantienen la piel elástica y sin arrugas. En la estructura de la piel, ambos componentes forman una red de sostén que previene la formación de arrugas, y mientras somos jóvenes, nuestra piel tiene una buena cantidad de colágeno. Sin embargo, a medida que envejecemos la regeneración de nuestro colágeno natural toma más tiempo.
La poca cantidad de colágeno que se produce ocasiona que la estructura interna que brinda soporte a nuestra piel se venga abajo. Poco a poco, nuestra piel pierde la capacidad de recuperar su forma y esto se manifiesta en forma de arrugas y piel flácida.
Con el paso del tiempo, la piel también se seca y pierde la capa inferior de grasa, es decir, la producción de lípidos y aceites se reduce; por eso, el rostro ya no tiene una superficie lisa y regordeta, sino que se vuelve más delgada, reseca y débil.
Es en ese momento que nuestra rutina anti-edad para el cuidado de la piel cobra aún más importancia, pues el uso de cremas anti-edad de forma constante y regular ayuda a nuestra piel a activar el colágeno y la elastina. Con ello, no solo mantienes una piel que se vea y se sienta suave por fuera, sino que esté saludable por dentro.
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Por: Canipec.
Vía: NuevaMujer.