¿Está la cultura popular creando una crisis de inmadurez...?



Juliana se pasa largas horas en línea buscando ropa para su colección de muñecas Barbie. Si el teléfono suena, antes de contestarlo ella se asegura de que no es David, pues está peleada con su novio y quiere castigarlo con el silencio. Los platos de la cena siguen amontonados en la cocina, ya que le da pereza meterlos en la lavadora de platos, y aunque sabe que no debe hacerlo, mientras navega en línea come papas fritas repletas de sodio y conservantes artificiales. Sí, hay yogur en el refrigerador…, pero las papas son más ricas.

Es entonces cuando Patty, de 18 años, entra en la habitación y le dice con voz exasperada: “¿Todavía no has leído mi aplicación para entrar en la universidad? ¡Mamá, por favor!”.

¡Sorpresa! Juliana no es una chiquilla sin obligaciones. Tiene 40 años de edad y dos hijos adolescentes. Sin embargo, no actúa como la mamá, sino como la hermana mayor de sus hijos. Ella no ve nada malo en esto, pues forma parte de una sociedad que está borrando las líneas entre los adolescentes y los adultos para crear un nuevo ser humano: el “adultocente”.

UNA CULTURA DE HISTORIETAS


Basta ver las carteleras de los cines para comprobar que la mayoría de las películas son creadas para la mente adolescente. Por cada cinta que encierra un mensaje positivo para los adultos, como Miracles from Heaven, hay nueve diseñadas para los jóvenes que prefieren la explosión al diálogo: Deadpool, Batman vs. Superman: Dawn of Justice, Captain America: Civil War, The Huntsman: Winter’s War, Divergent Series: Allegiant, London Has Fallen, The Boss, 10 Cloverfield Lane y, por supuesto, X Men: Apocalypse.

De acuerdo con Michael Hogan, escritor especializado en la industria del entretenimiento, “la cultura popular ha secuestrado nuestro cerebro y ha detenido nuestro desarrollo. Las salas de cine están dominadas por el espectáculo vacío de los efectos CGI (especiales), los dibujos animados de Pixar y las secuelas aburridas del filme del superhéroe del momento. Nuestros restaurantes se especializan en comida infantil: hamburguesas, perros calientes y pollo frito. Nuestros clósets están repletos de hoodies (capuchas), camisetas con logotipos y tenis. Nos comunicamos a través de los medios sociales con siglas y emoticonos. Los adultos nos hemos infantilizado”.

Hay que añadir a esto las vitaminas masticables tipo gummy bears y los libros de colorear para adultos. Solamente El jardín secreto, de Johanna Basford, ha vendido 1,4 millones de copias. Además, un estudio realizado por Pew Internet and American Life Project descubrió que más del 50 por ciento de los adultos participan en videojuegos. Las convenciones Comic-Con para los amantes de los cómics (libros de historietas ilustradas) atraen a millones de personas que se disfrazan de sus superhéroes favoritos, y un 55 por ciento de los lectores de la literatura para adolescentes, como Harry Potter y The Hunger Games, son adultos. Pero eso no es todo: la tendencia más hot entre las personas de mediana edad en Brooklyn, Nueva York, es regresar al kindergarten para pintar con los dedos y cantar melodías infantiles.

EL ARTE DE CRECER


Por supuesto, nada tiene de malo colorear libros e incluso disfrutar de los cómics y los videojuegos. Y si a los 40 años de edad deseas pintar con los dedos…, ¿por qué no? De hecho, un estudio reciente reportó que la mayoría de los adultos que participan en videojuegos son más felices que quienes no lo hacen.

El problema ocurre cuando la persona se refugia en esa tendencia para negarse a crecer o para “regresar” a la adolescencia. Entonces, al sentirse apoyada por la cultura popular, llega a olvidar su rol de adulta y su infantilización es completa.

La idea de un mundo sin adultos, donde todos actúan como adolescentes, es alarmante. Ya hemos visto lo que ocurre cuando un maestro da un mal ejemplo ante la clase; cuando un político piensa en su placer antes que en sus obligaciones, o cuando una padre deja de actuar como un líder en el hogar para convertirse en uno más de los chicos. ¡Solo hay que mirar a nuestro alrededor o leer las noticias!

ALMA DE NIÑO Y MENTE DE ADULTO


La clave radica en entender que comportarse como un adulto no está reñido con la diversión; la diferencia entre una persona madura y una aniñada no está en cómo invierte su tiempo, sino en cómo maneja sus emociones y sus responsabilidades. Los adultos bien ajustados, que actúan con madurez:

  • Asumen sus obligaciones y cumplen con ellas, independientemente de cómo se sienten. En otras palabras: nadie tiene que exigirles a ir al dentista o al trabajo.
  • Sopesan las consecuencias de sus actos no solo en el presente, sino a largo plazo. Aunque les gustaría darse un gusto momentáneo, no son regidos por la gratificación instantánea.
  • Saben manejar sus emociones y no se dejan llevar por la ira, la envidia o cualquier otro sentimiento poderoso. Ellos razonan para determinar —con la mente serena— cuál es la mejor forma de actuar.
  • Aceptan que no siempre pueden ganar y aprenden de sus errores en lugar de quejarse o de culpar a otros.
  • Reconocen la diferencia entre una decisión racional y un impulso basado en las emociones.
  • Consideran y respetan los sentimientos y las opiniones de otros; no se sienten ofendidos si alguien piensa en form diferente a ellos.
  • Son capaces de distinguir entre un deseo y una necesidad. Comprar el bolso nuevo de Coach es un deseo; pagar la renta es una necesidad.
  • Creen en sí mismos y en sus capacidades sin ser arrogantes.
  • Su vida es un proyecto en evolución y, por lo mismo, nunca sienten que lo saben todo o que han llegado a su meta; tratan de superarse.
  • Se hacen responsables de sus acciones.
  • Pueden ver los tonos de gris en cualquier situación, pues para ellos el mundo no es blanco o negro.
  • Aceptan la crítica constructiva como una herramienta efectiva para la superación personal.
  • Son capaces de distinguir entre el amor y la atracción pasajera.
  • Saben escuchar con verdadera atención porque creen que la comunicación es la clave para tener una buena relación.
  • Actúan con cortesía en cada situación, pues creen que “lo cortés no quita lo valiente”.
  • No se aferran a una edad, pues saben que cada etapa tiene su encanto. Mantienen su espíritu joven, pues aunque aprenden de la experiencia que les da el paso de los años, al mismo tiempo cultivan una actitud curiosa y una mente abierta a cualquier edad.


Por: G.B. Hernández
Vía: VANIDADES.

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