Este gigantesco dédalo verde fue diseñado en el año 1975. Sus dimensiones son realmente impresionantes pues contiene casi 3 kilómetros de pasillos sobre una superficie de 1,5 hectáreas. Su dibujo es especialmente intrincado, cumpliendo así con la condición esencial de todo laberinto que se precie: que hallar la salida se convierta en una labor complicada. Es, en resumen, una retorcida red de caminos capaces de desorientar a cualquiera.
Los setos del Longleat Hedge Maze tienen una altura de casi 3 metros, por lo que es imposible guiarse desde las alturas. En el centro se levanta, eso sí, una plataforma elevada que permite tener una visión global del laberinto y poder trazar un plan de huida (no se permite entrar con smartphones ni acceso a internet) . Es decir: si se alcanza el centro, es muy posible poder salir de esta trampa verde.
Sobra decir que el trabajo de mantener los setos correctamente recortados y a la altura adecuada no es poca cosa. Hace falta un equipo de seis jardineros trabajando a diario, seis especialistas en su trabajo que además se conocen los rincones del laberinto y pueden entrar y salir de él sin perderse.
Para el resto de visitantes hay que señalar que el tiempo medio para dar con la salida en Longleat Hedge Maze es de aproximadamente una hora y media. Pero los más torpes cuentan con varios paneles de rescate distribuidos en diferentes puntos del recorrido. En ellos hay un botón donde se lee “Lift if lost”. Sólo hay que solicitar ayuda y en seguida vendrán a buscarnos.
Vía: Dónde Viajar.