Estos agujeros se encuentran en la cámara intermedia de la cueva, de 262 metros de largo. Ellos iluminan el interior y proporcionan una extraña visión del mundo exterior. Aunque se trata de un diseño natural es muy posible que haya intervenido la mano del hombre para acabar de perfilar su forma, sobre todo para que al agua de la lluvia se filtre de manera adecuada y simulen las “lágrimas” de los ojos.
La Cueva de Prohodna tiene dos entradas opuestas: la más pequeña se encuentra a 35 metros de altura, mientras que la grande se sitúa a 45 metros de altura. La luz que penetra en la cueva a través de estos “ojos” es visible e cualquiera de las dos entradas. Es más: según desde qué ángulo se pueden ver a lo lejos estos agujeros como dos puntos brillantes en el fondo de a cueva, una mirada poco tranquilizadora sin duda. Por eso son muchos los que prefieren llamar a este insólito lugar “los ojos del Diablo”, en lugar de los de Dios.
Prohodna muestra evidencia sde ocupación prehistórica, probablemente como lugar de rituales mágicos. En la actualidad los únicos rituales que tienen lugar aquí son los saltos de puenting de los aficionados que se descuelgan por estas dos aberturas.
Para visitar la Cueva de Prohodna desde Sofía hay que conducir durante una hora y media en dirección noreste por la A2. Hay un estacionamiento cerca de la entrada pequeña.
Vía: Dónde Viajar.