En la escandalosa época eduardiana, de comienzos del siglo XX, en Inglaterra, cuando reinó el muy libertino rey Eduardo VII, los vaporosos y muy sueltos vestidos que se usaban a la hora del té —o tea gowns— habían sido diseñados así porque a esa hora las mujeres se reunían con sus amantes clandestinos y era el único tipo de vestido que podían quitarse y ponerse sin la ayuda de sus doncellas.
Por: Mari-Claudia Jiménez.
Vía: VANIDADES: