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Reconocida como una de las ciudades con mayor calidad de vida en Italia, Parma ofrece a los visitantes una atmósfera acogedora y un innegable ambiente de prosperidad. También una deliciosa aventura a través del arte y la gastronomía.

En cuanto a lo primero, es obligada la visita a la Opera, considerda a la misma altura que la mismísima Scala de Milán, y el legado de dos grandes artistas, Correggio y Parmigianino; en cuanto a lo segundo, basta con elegir cualquiera de los muchos y excelentes restaurantes de la ciudad, en esecial los que se sitúan en Via Garibaldi y Strada Farini.

Las especialidades locales incluyen el famoso Jamón de Parma (de sabor muy inferior al jamón ibérico) y el queso Parmigiano-Reggiano, que se sirve a menudo como un entratnte. No dejes de probar la Guancia di Manzo, o mejilla de ternera. Hay más roductos típicos a elegir en el mercado de la Piazza Ghiaia, los miércoles y los sábados.


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En los alrededores de Parma se levantan espectaculares castillos medievales colgados sobre las colinas. El más conocido de todos es Castell’Arquato, que domina el valle de Arda. Este castillo es el corazón del pueblo del mismo nombre, donde se alzan también otras joyas del Medievo italiano como el Palazzo del Podestà o la torre de Rocca Viscontea.

Otro must en la región de Parma es la comarca llamada “País de Verdi”. Aquí, en Busseto, se encuentra la humilde casa donde nació el famoso compositor. Todos los veranos se celebra aquí un festival musical en su honor. No falta tampoco el Museo Verdi, ubicado en la casa del que fuera su gran mecenas, Antonio Barezzi.

Vía: Dónde Viajar.

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