Hasta 1998 la capita del país fue la vieja Almaty, pero el nuevo gobierno kazajo decidió trasladarla aquí, a una localidad que no existía hasta que a finales del siglo XIX se estableciera de manera fija por primera vez una comunidad de cosacos. Nadie podía imaginar en tonces el aspecto que acabaría teniendo esta ciudad, una auténtica oda a la arquitectura de vanguardia y el diseño futurista.
Astaná está dividida en dos partes por el río Ishim. A ambas orillas pueden verse, compitiendo en grandiosidad, los edificios más emblemáticos de esta “ciudad del futuro”, como por ejemplo el Khan Shatyr Enterteinment Center, una carpa gigante de 150 metros de altura que alberga un colosal centro comercial y de ocio, o el Palacio de la Paz y la Reconciliación, con forma de pirámide de 62 metros de altura, construido para celebrar el Congreso Mundial de Dirigentes de Religiones y Tradiciones en 2003. Ambas obras firmadas por el genio creador de Norman Foster.
Existe una ruta turística que recorre todos los maravillosos edificios y monumentos de Astaná. Una parada obligada en dicha ruta es el Baiterek, una impresionante torre de 97 metros de altura coronada por una esfera de cristal dorado que representa el mito kazajo del ave sagrada de Samruk.
El Baiterek es hoy el gran icono de la ciudad, aunque en realidad el edificio más importante es donde se encuentra la sede del poder político del país: el Palacio Presidencial Ak Orda, cuyo diseño está inspirado en la mismísima Casa Blanca de Washington, aunque rematado por una espectacular cúpula de color azul brillante.
Vía: Dónde Viajar.