Estamos hablando de una de las construcciones barrocas más impresionante de Europa, a la misma altura que el mejestuoso Palacio de Versalles en París. Desde 1569 pertenece a la familia de los Habsburgo. De hecho fue la esposa del emperador Fernando II quien ordenó su construcción en el año 1642, con el objetivo de hacer de él una residencia veraniega. La bautizó con el nombre de a la que le dio el nombre de Schönbrunn, “la fuente bella”.
El palacio y los jardines construidos a su alrededor fueron destruidos durante el asedio de los turcos a la ciudad y rediseñados de nuevo de la mano de la emperatriz María Teresa a partir de 1743. El complejo cuenta con salones privados y numerosas habitaciones, sals, galerías y aposentos.
Especialmente bello y encantador es el parque del palacio, con sus enormes funetes monumentales, sus cuidados jardines y su emblemática Glorieta, donde se puede tomar un café disfrutando de vistas panorámicas de la ciudad. Y si viajas con niños, allí se encuentra también el maravilloso, giganetsco y muy divertido Zoo de Viena.
Vía: Dónde Viajar.